martes, 29 de abril de 2008

De antenas y televisores

La antena de mi terraza
anteayer se fue de casa.
En su vestido de plata
una lágrima de plata
habia visto yo ese día.
¡Quién sabe qué pasaría!
Desde entonces,sí,señor,
mudo está el televisor.
Si lo quiero interrogar,
no hay caso, no quiere hablar.
Ya no me guiña su ojazo
si lo miro cuando paso.
Debo entonces suponer
que tuvo algo que ver
con la huida de la antena,
con su lágrima y su pena...
Cualquiera, creo, diría
que ellos no se entendían...
que les costaba aguantarse
y querían separarse...
Sin embargo, cosa rara,
el tele tiene la cara
tan tristona y apagada...
que yo no entiendo nada.
Si alguien ve correr de prisa
a mi antena en las cornisas
o saltando en su terraza;
pídale que vuelva a casa,
que el tele extraña a su amiga...
aunque él no se lo diga.
Este poema lo escribió Elsa Bornemann me lo dieron en una fotocopia.
este poema fue sacado del libro "el espejo distraído" editorial Alfaguara Año 2001

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